Consiste en una bioestimulación cutánea con un concentrado de factores de crecimiento autólogo, ésteril y acelular (no contiene plaquetas, ni ningún componente celular) y libre de endotoxinas, que es obtenido a partir de la sangre del propio paciente. Los Factores de Crecimiento son proteínas que se encuentran en nuestra sangre y desempeñan una importante función en la comunicación intercelular para la reparación de las lesiones. Al inyectar directamente los factores de crecimiento en un tejido este se acelera y estimula el proceso de regeneración celular, acortando el tiempo de recuperación a través de la formación de colágeno.

Se puede aplicar en pieles maduras que presenten signos de envejecimiento o en pieles jóvenes con marcas de acné.

Los efectos del PRP son:

• Un retraso del envejecimiento.
• Mejora la textura, luminosidad e hidratación de la piel.
• Atenúa las arrugas finas.
• Retrasa la aparición de nuevas arrugas.
• Recuperación del aspecto joven y saludable.
• Mejora el estado general de la piel.

Se puede pautar a partir de los 35-45 años de edad, cuando aparecen las primeras arrugas finas, en pieles fotoenvejecidas o cuando se empieza a perder el grado de hidratación de la piel. Además, se puede combinar con otras terapias antiedad, como la toxina botulínica, los rellenos, hilos tensores,…

La obtención del PRP se hace en el laboratorio, en salas blancas específicamente habilitadas para ello y con el mayor de los controles, cumpliendo así todos los criterios establecidos recientemente por la Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios (AEMPS).

El tratamiento resulta cómodo para el paciente, pues sólo se tiene que realizar una extracción de sangre. Seguro, pues se obtiene un producto estéril y apirógeno. En una misma sesión podemos tratar la piel de la cara, el cuello, el escote e incluso el dorso de las manos.

Los tiempos indicados son una aproximación media. La duración de los tratamientos y sus efectos dependerán de cada paciente.